Diario de una lesbiana poco convencional

Todo queda oscuro y es cuando entonces apareces tu. Cierro los ojos y veo tu imagen, una imagen que no querría imaginar, pero me es inevitable. A pesar de no haberte visto, de recordarte como eras, no puedo quitarme de la cabeza como acabaste por comentarios contados por encima sin apenas detalles. Luchaste, pero no venciste. ¿Porque tuvo que resultar Ella ganadora? No sabes las veces que me arrepiento de no haber podido estar ahí, de que supieras que estaba contigo, pero no pudo ser. Seguí las palabras de otras personas que me decían que ya te vería en otra ocasión, pero se les paso un detalle, pensar en si no había otra ocasión, y así fue. Mis lagrimas no sirvieron para devolverte a la vida, ni las mías ni la de todos los que acudieron a tu “despedida”, muchos de ellos hipócritas que mientras estuviste aquí no querían saber nada de ti y cuando emprendiste el camino a las estrellas se dieron cuenta de lo que verdad perdieron. A veces pienso que si hubiera ido a verte no me vendría a la cabeza, cada vez que me acuesto, esa imagen fría, cruel y dolorosa que me acecha cada momento. O quizás si, quizás tendría mas motivos para recordarte en tu peor estado. No se si hice bien o mal. Lo que si se es que los remordimientos de no poder decirte el último adiós no me los quita nadie.
Lo que tampoco me quitará nadie es el bello recuerdo que tengo de una persona que como tu, aparecerán pocas. Para mi siempre estarás aquí, porque por mas que lo piense, aun no creo que te hayas ido porque necesito darte mi último adiós.