domingo, junio 26, 2005
Gracias al destino
Un año hace ya de esa tarde en que, gracias al destino, apareciste en mi vida.
Una tarde en la que no sabía que aparecerías en ella, y desde que lo hiciste, no te he separado de mi. Llegué mas tarde de la hora prevista, por culpa de unas malas indicaciones sobre el sitio donde habíamos quedado, no contigo, si no con otra “persona” que ya borré de mi camino. Pero al fin, y gracias a que no di marcha atrás por la desesperación de no encontrar ese lugar, llegué, y solo verte, algo recorrió todo mi cuerpo, una especie de escalofrío. Mi vista no podía mirar otra cosa que no fueras tu. Decidimos ir todas las que estábamos a tomar algo, y yo como no, no perdí el tiempo, y busqué el sitio mas cercano a ti para sentarme. Justamente a tu lado. Allí ya no sabia como ponerme. Te veía cerca de mi y los escalofríos iban a mayor. Cada roce con tu mano, cada mirada, incluso beso regalado que me diste, deseando que fueran mas los que recibiera. Pero todo llegaría. Mi insistencia para que fuéramos a cenar y poder alargar el poder estar a tu lado, surgió efecto. Me costó oír ese SI, pero al fin lo acabé consiguiendo. No te arrepentirías.
Llegó la noche. Una noche en un parque donde allí seguíamos muchos de los que estábamos por la tarde. Pero a medida que pasaban las horas, para mi esa gente iba desapareciendo, y todo mi interés era para ti. A pesar de seguir disimulando y fingir que no me interesabas, cada minuto que pasaba veía mas claro que quería volver a estar contigo, quería saber mas de ti, quería poder repetir esos momentos pero a solas. En solo una noche me hiciste cambiar mis ideas, me hiciste borrar muchas cosas del pasado. Algo tenias, no me digas el que, pero algo había en ti que me hacías sentir especial.
Tumbada en la hierba, deseaba que vinieras a mi para tenerte todo el rato posible a mi lado. Creo que tu querías lo mismo. Así toda la noche, buscando el contacto la una con la otra, da igual de la manera que fuera. De ahí tus moratones al día siguiente...
Llegó la hora de despedirse, y no sabia como hacer para poder volver a verte, mi mente se quedaba en blanco, hasta que conseguí, de la manera mas estúpida tu móvil, y me quedé con las ganas de que me dieras ese beso que estuve deseando toda la noche. Pero ya se suele decir, que lo bueno se hace esperar.
Después de esa noche, solo tuve que esperar una semana mas, hasta que volvimos a quedar y desde entonces nos hemos hecho inseparables.
Una tarde en la que no sabía que aparecerías en ella, y desde que lo hiciste, no te he separado de mi. Llegué mas tarde de la hora prevista, por culpa de unas malas indicaciones sobre el sitio donde habíamos quedado, no contigo, si no con otra “persona” que ya borré de mi camino. Pero al fin, y gracias a que no di marcha atrás por la desesperación de no encontrar ese lugar, llegué, y solo verte, algo recorrió todo mi cuerpo, una especie de escalofrío. Mi vista no podía mirar otra cosa que no fueras tu. Decidimos ir todas las que estábamos a tomar algo, y yo como no, no perdí el tiempo, y busqué el sitio mas cercano a ti para sentarme. Justamente a tu lado. Allí ya no sabia como ponerme. Te veía cerca de mi y los escalofríos iban a mayor. Cada roce con tu mano, cada mirada, incluso beso regalado que me diste, deseando que fueran mas los que recibiera. Pero todo llegaría. Mi insistencia para que fuéramos a cenar y poder alargar el poder estar a tu lado, surgió efecto. Me costó oír ese SI, pero al fin lo acabé consiguiendo. No te arrepentirías.
Llegó la noche. Una noche en un parque donde allí seguíamos muchos de los que estábamos por la tarde. Pero a medida que pasaban las horas, para mi esa gente iba desapareciendo, y todo mi interés era para ti. A pesar de seguir disimulando y fingir que no me interesabas, cada minuto que pasaba veía mas claro que quería volver a estar contigo, quería saber mas de ti, quería poder repetir esos momentos pero a solas. En solo una noche me hiciste cambiar mis ideas, me hiciste borrar muchas cosas del pasado. Algo tenias, no me digas el que, pero algo había en ti que me hacías sentir especial.
Tumbada en la hierba, deseaba que vinieras a mi para tenerte todo el rato posible a mi lado. Creo que tu querías lo mismo. Así toda la noche, buscando el contacto la una con la otra, da igual de la manera que fuera. De ahí tus moratones al día siguiente...
Llegó la hora de despedirse, y no sabia como hacer para poder volver a verte, mi mente se quedaba en blanco, hasta que conseguí, de la manera mas estúpida tu móvil, y me quedé con las ganas de que me dieras ese beso que estuve deseando toda la noche. Pero ya se suele decir, que lo bueno se hace esperar.
Después de esa noche, solo tuve que esperar una semana mas, hasta que volvimos a quedar y desde entonces nos hemos hecho inseparables.
26 / 06 / 04 Doy gracias al destino porque aparecieras en mi vida.