Diario de una lesbiana poco convencional

Esta noche es una noche mágica, o eso dicen. Es la noche mas corta del año y en la que se da como entrada oficial al verano. Para algunos, una noche de rituales, donde entran en juego las brujas y sus conjuros, para otros una fiesta que dura o la hacen durar hasta que sale el sol, otros en cambio desean que pase pronto por no saber donde protegerse de los cohetes (mis perras), y otros tantos donde la celebran en familia mientras comen la típica coca de Sant Joan.
Lo que sí se también, es que todo lo que tiene de mágica, lo puede tener de peligrosa, por culpa de algunos inconscientes que no sepan lanzar cohetes.

Cada vez que se acercan estas fechas, más son las personas, o mejor dicho, NIÑOS, que lanzan cohetes sin ser la verbena. ¿El motivo? Pues todo se basa, para no perder la costumbre, en el negocio. Gente que solo piensa en la manera de ganar dinero a través de niños sin una pizca de conocimiento.

Me llamareis aguafiestas, pero no veo coherente el hecho de una semana o dos antes, empiecen a lanzar esas “bombas”. Porque, me diréis que no es exagerado el ruido que producen algunos de estos petardos. Realmente quien los fabricó se quedó a gusto, porque, yo me pregunto ¿para que los fabricó? ¿Para pasar una noche de verbena, o para provocar una Guerra Mundial? No le veo ningún sentido que un cohete tenga que hacer retumbar los cristales de una casa, una vez a despegado del suelo para morir en el cielo.

Y peor aún, no le veo ningún sentido que por culpa de un cohete, muera una chica que, en teoría, salió esa noche para disfrutarla y acabó sin poder contarla. Mis propios ojos vieron como esa noche, en medio de la multitud, el destino decidió que aquella muchacha tenia que morir. La causa. Un grupo de niños desde una montaña situada enfrente de un escenario donde tenía que tocar una orquesta, lanzaron un cohete con intenciones de reventar una botella gigante inflable. Lo que no pensaron fue que ese “misil” se podia desviar y así ocurrió. Su trayecto no fue darle a la botella, si no acabar en el pecho de esa chica.

La verdad, una historia lamentable y que no me gustaría que se repitiera. Pero mientras haya inconscientes que sigan lanzando petardos de ese modo o mientras haya también quien los venda a dichos inconscientes, correremos el riesgo de ser heridos de la manera mas absurda.
Siempre he dicho que los castillos de fuegos los dejo para los profesionales. Para los niños ¿no hay suficiente con las típicas bengalas de colores o los petardos inofensivos?
Dejemos las bombas para los que saben.

A pesar de los incidentes que pueda haber, que espero que sean pocos, para mi será especial por varios motivos, el principal, mi primera verbena a tu lado, esperando poder ver el castillo de fuegos en la playa, bajo la luz de la luna llena acompañada de sus amigas las estrellas reflejándose en el mar y tu yo tumbadas en la arena.