Diario de una lesbiana poco convencional

Llegas a casa después de un día duro de trabajo, sin saber lo que vas a encontrar, sin saber si vas a salir viva de ese lugar al que le llamas “hogar”.
Dejas tus cosas. Parece ser que todo está calmado, todo sigue en su sitio y no hay señales de que tengas que sufrir ningún incidente.
Decides tomarte una ducha, después de 8 horas llenas de estrés, pero optas por llenarte la bañera y dejarte llevar por la tranquilidad que invade toda la casa. Media hora de relax y de repente un ruido, concretamente la puerta de la entrada golpeando con fuerza, rompe todo el silencio, lo que es peor aún, hace que te desmorones por completo al imaginar lo que puede ocurrirte al cruzar la puerta del baño. Con voz temblorosa preguntas: “Cariño, ¿ya estas aquí?” pero tu pregunta no ha tenido respuesta. Decides salir, con la toalla envuelta secando tu cuerpo, y ahí está el. En el sofá, con su cerveza en la mano y su cigarro en la otra. No sabes si acercarte o ir hacia la cocina para prepararle la cena antes de que te la “exija” como solo tu sabes. Pero antes de que te de tiempo a pensar que hacer, te llama para que vayas a su lado.

Te sientas a su vera mirándolo con pavor. Te empieza hablar, pero apenas tienes fuerzas para escucharlo, solo estas pendiente de sus gestos, mientras piensas como hacer para quitártelo de encima. Se supone que lo quieres y el te quiere a ti, pero hace tiempo que esa magia se rompió, concretamente desde que las cosas empezaron a ir mal por culpa del juego y de su inseparable compañera de forma cilíndrica con ese liquido amarillento.

El continua con su sermón, cuando de repente te hace una pregunta, pero tu apenas sabes de que estaba hablando por lo que no sabes que responderle. Indignado se levanta y te empuja fuertemente cayéndote al suelo. Te mira con cara de asco y lanza su cerveza contra ti. “¡¡ Te he dicho mas de mil veces que quiero que me respondas cuando te hablo, zorra!!”

Intentas levantarte del suelo pero notas su pie encima de tu pecho, te aprieta con fuerza impidiendo que puedas inhalar un poco de aire. Se oye de nuevo la puerta. ¿Tu salvación? Lo dudo. Dudo que una niña de 12 años pueda hacer mucho contra un hombre de 38.
"¿Mamá? ¿Mamá?"
Te llama. Pero el sigue apretando con fuerza para que no puedas ni siquiera gritar. Te amordaza la boca con un trozo de su camisa, rota con rabia por el. Te arranca la toalla y te mira con cara lasciva, pensando en que te va hacer. Lloras, intentas gritar, pero no puedes. Mientras tu hija, vuestra hija… en su habitación haciendo los pocos deberes que le han puesto en el colegio.
Intentas no pensar en lo que esta ocurriendo, cierras los ojos y piensas en tu niña, olvidándote por completo del cerdo que en esos momentos tienes dentro de ti. Ese cerdo que un día decidiste compartir tu vida con el y que ahora desearías verlo muerto.
Una vez el satisfecho, se va a la ducha, y tu te quedas ahí tumbada, mientras intentas recomponerte para que no se note el estado en que te ha dejado. Otra violación más en la lista, sin ser denunciada por miedo a que te quite la vida.

Como ese día otros tantos, y como esta chica, otras muchas, que por miedo o por lo que sea, no hacen lo posible para sacar de sus vidas a “gentuza” así.

¿Eso es un ejemplo de familia, eso es lo que necesita un niño/a , una familia en esas condiciones?
Y esto es solo una historia inventada, lo triste es que en la cruda realidad, hay mujeres que sufren todo eso y mas. Pero no solo lo sufren ellas, ¿que ocurre con los hijos de gente así?
No me cansaré de decirlo, puestos a hablar.
NO TODOS SOMOS PERFECTOS.