jueves, noviembre 17, 2005
¿La belleza está en el interior?
A vista de las peticiones para que volviera a postear, explicaré una anécdota que me ocurrió hace unos días, aunque más que anécdota, es una "tragedia"... con un toque de humor. Al principio puede resultar cansina, pero lo mejor ocurre al final. (Léase todo, para los/las mas ansiosos/as)
Un día como otro cualquiera me dio la venada y decidí comprarme una pecera.
Después de varios días teniéndola en el patio de casa, llena de agua para comprobar que no derramaba por ningún lado y, después de estar pensando que clase de peces ponía, decidí, movida por mis impulsos, comprarme dos tortugas, realmente sin tener nada que ver con lo que tenia pensado al principio.
Y debéis pensar, ¿eso que tiene de interesante? Ciertamente, nada. Pero lo bueno no empieza ahí.
Todo empezó el día en el que decidí ir a comprarme las “tortuguitas”. Una tarde de sábado, dijimos con mi novia de ir a Barcelona, concretamente a la rambla, donde se caracteriza por todas las tiendecillas que hay de animalitos varios. La recorrimos de arriba abajo, mirando toda y cada una de esas tiendas. Aunque mas que tiendas se les podría llamar barracas a la atención del publico.
Cuatro trozos de hierro, enlazados entre sí, de tal forma que a la hora de cerrarlos quedaba todo como si fuera una caja de zapatos gigante.
Quizás por eso, el precio de los “bichitos” era mas asequib1e, que el de una tienda especializada y, es por eso que acabamos allí comprando, por la gran diferencia económica que había.
Así que una vez allí empezamos a mirar. Al principio observábamos todas las especies, menos la que a mí me interesaba. Hurones, tortugas de tierra, camaleones, iguanas... de todo. Hasta que al final empezamos la búsqueda de las que iban a ser nuestras nuevas mascotas.
Tienda que íbamos, tienda que preguntábamos el precio. Pero parece ser que todas se habían puesto de acuerdo y ninguna bajaba de los nueve euros. Así que después de mucho recapacitar en si me las compraba, o nos íbamos de fiesta esa noche, opté por “adoptar” a dos nuevas inquilinas para mi acuario.
Acabamos yendo a la tienda que se encontraba al final del todo de la rambla. ¿Por qué? No sé, quizás era para ver si por el camino alguien me hacia una oferta mejor. Pero no pudo ser. Así que llegamos a nuestro destino, me acerqué a la vendedora, a la cual ya le había preguntado el precio en una de nuestras “excursiones fracasadas” para dar con el mas bajo. Me miró con cara incrédula, sospechando de si realmente iba a comprar o no, y hasta que no le confirmé un par de veces mi decisión no se acercó a su macro pecera donde tenia sus cientos de tortugas.
Había de todas clases y tamaños. Miramos a la mujer desde el otro lado del cristal, y después de darles un repaso a todas para ver cual ara la mas espabilada, escogimos dos que no paraban de moverse y levantar la cabeza. Parecía que nos pidieran a gritos que las sacáramos de ahí.
Las puso en una pecerita de plástico con un centímetro de agua y me regaló un bote de comida. – “¡¡Que amable!!” – Pensé.
Recorrimos toda la rambla dirección al coche, esquivando la aglomeración de gente que hay un sábado tarde en Barcelona. Hasta que al fin llegamos a él para regresar a casa.
Una vez allí solo teníamos ojos para ellas, sobretodo mi novia, que a cada movimiento que hacían, me miraba con cara asustada, pensando en si les estaba pasando algo. Pero no, estaban sanas y fuertes, o al menos eso creí cuando las escogimos. Pero cual fue mi sorpresa cuando en uno de esos momentos de observación me di cuenta que a una... le faltaba un trozo de cola!!! Mis ojos no daban crédito. Pero no tuve otra cosa que hacer que resignarme. Lo mejor de todo fue cuando, una vez ya en mi casa habiéndolas colocado en el acuario, con sus piedrecillas, sus trampolines y su agua para que pudieran nadar, me percaté que la otra tenia la patita de detrás un poco rara. La cogí, la miré de cerca y vi que no es que la tuviera rara, es que la tenia deformada!!
Vamos, en resumen, me fui a Barcelona para comprar mas barato, pero por lo que parece me salió el tiro por la culata. Porqué compré barato, si, pero me dieron dos tortugas taradas!
La cuestión es... ¿Será que todos los animales de allí están así? ¿O los venderán mas baratos porqué les faltan “trozos”? Quien sabe. Quizás si vuelvo a ir y le pago la diferencia de lo que me podría haber costado en una tienda, me devuelve el trozo de cola que le falta a una, o me arregla la pata tuerta de la otra. Aunque al final entre prótesis y escayolas me gastaré igual o mas.
Haga lo que haga, ya me da igual, porque taradas o no, no dejan de ser nuestras mascotas.
Y seguramente si me tuviera que comprar otras dos, volvería allí, porqué dicen que la belleza esta en el interior, no?
En fin, miraré dentro de la concha de las mías, a ver si les encuentro la belleza.
Un día como otro cualquiera me dio la venada y decidí comprarme una pecera.
Después de varios días teniéndola en el patio de casa, llena de agua para comprobar que no derramaba por ningún lado y, después de estar pensando que clase de peces ponía, decidí, movida por mis impulsos, comprarme dos tortugas, realmente sin tener nada que ver con lo que tenia pensado al principio.
Y debéis pensar, ¿eso que tiene de interesante? Ciertamente, nada. Pero lo bueno no empieza ahí.
Todo empezó el día en el que decidí ir a comprarme las “tortuguitas”. Una tarde de sábado, dijimos con mi novia de ir a Barcelona, concretamente a la rambla, donde se caracteriza por todas las tiendecillas que hay de animalitos varios. La recorrimos de arriba abajo, mirando toda y cada una de esas tiendas. Aunque mas que tiendas se les podría llamar barracas a la atención del publico.
Cuatro trozos de hierro, enlazados entre sí, de tal forma que a la hora de cerrarlos quedaba todo como si fuera una caja de zapatos gigante.
Quizás por eso, el precio de los “bichitos” era mas asequib1e, que el de una tienda especializada y, es por eso que acabamos allí comprando, por la gran diferencia económica que había.
Así que una vez allí empezamos a mirar. Al principio observábamos todas las especies, menos la que a mí me interesaba. Hurones, tortugas de tierra, camaleones, iguanas... de todo. Hasta que al final empezamos la búsqueda de las que iban a ser nuestras nuevas mascotas.
Tienda que íbamos, tienda que preguntábamos el precio. Pero parece ser que todas se habían puesto de acuerdo y ninguna bajaba de los nueve euros. Así que después de mucho recapacitar en si me las compraba, o nos íbamos de fiesta esa noche, opté por “adoptar” a dos nuevas inquilinas para mi acuario.
Acabamos yendo a la tienda que se encontraba al final del todo de la rambla. ¿Por qué? No sé, quizás era para ver si por el camino alguien me hacia una oferta mejor. Pero no pudo ser. Así que llegamos a nuestro destino, me acerqué a la vendedora, a la cual ya le había preguntado el precio en una de nuestras “excursiones fracasadas” para dar con el mas bajo. Me miró con cara incrédula, sospechando de si realmente iba a comprar o no, y hasta que no le confirmé un par de veces mi decisión no se acercó a su macro pecera donde tenia sus cientos de tortugas.
Había de todas clases y tamaños. Miramos a la mujer desde el otro lado del cristal, y después de darles un repaso a todas para ver cual ara la mas espabilada, escogimos dos que no paraban de moverse y levantar la cabeza. Parecía que nos pidieran a gritos que las sacáramos de ahí.
Las puso en una pecerita de plástico con un centímetro de agua y me regaló un bote de comida. – “¡¡Que amable!!” – Pensé.
Recorrimos toda la rambla dirección al coche, esquivando la aglomeración de gente que hay un sábado tarde en Barcelona. Hasta que al fin llegamos a él para regresar a casa.
Una vez allí solo teníamos ojos para ellas, sobretodo mi novia, que a cada movimiento que hacían, me miraba con cara asustada, pensando en si les estaba pasando algo. Pero no, estaban sanas y fuertes, o al menos eso creí cuando las escogimos. Pero cual fue mi sorpresa cuando en uno de esos momentos de observación me di cuenta que a una... le faltaba un trozo de cola!!! Mis ojos no daban crédito. Pero no tuve otra cosa que hacer que resignarme. Lo mejor de todo fue cuando, una vez ya en mi casa habiéndolas colocado en el acuario, con sus piedrecillas, sus trampolines y su agua para que pudieran nadar, me percaté que la otra tenia la patita de detrás un poco rara. La cogí, la miré de cerca y vi que no es que la tuviera rara, es que la tenia deformada!!
Vamos, en resumen, me fui a Barcelona para comprar mas barato, pero por lo que parece me salió el tiro por la culata. Porqué compré barato, si, pero me dieron dos tortugas taradas!
La cuestión es... ¿Será que todos los animales de allí están así? ¿O los venderán mas baratos porqué les faltan “trozos”? Quien sabe. Quizás si vuelvo a ir y le pago la diferencia de lo que me podría haber costado en una tienda, me devuelve el trozo de cola que le falta a una, o me arregla la pata tuerta de la otra. Aunque al final entre prótesis y escayolas me gastaré igual o mas.
Haga lo que haga, ya me da igual, porque taradas o no, no dejan de ser nuestras mascotas.
Y seguramente si me tuviera que comprar otras dos, volvería allí, porqué dicen que la belleza esta en el interior, no?
En fin, miraré dentro de la concha de las mías, a ver si les encuentro la belleza.
A pesar de sus "minusvalias"... ¿A que son monas?
Comments:
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Que no tienen minusvalias!! xD A mi me miran cuando les hablo xD
La pecera esta más bonita ahora!!
Tortiiiiiis!! xD
;@
La pecera esta más bonita ahora!!
Tortiiiiiis!! xD
;@
Ya ves si lo necesitaban... seguro que han montado una fiesta cuando yo no las veía xD
Nesk y Nakane :D Poco originales xD
Nesk y Nakane :D Poco originales xD
hablas de sus deficiencias, pero si ellas tendrian q juzgar q crees q dirian de ti... jo.. xq no me toco alguien mas alto.. o menos tal :D jajaja me has hecho reir mucho... besos
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