Diario de una lesbiana poco convencional

¿Qué no hay que hacer cuando quieres que tu comunidad de vecinos no sepa de lo cierto que eres lesbiana?

Bueno, la verdad que en un bloque donde la mayoría de vecinos se conocen, es difícil que no acaben enterándose y mas si siempre nos ven a mi novia y a mi juntas. Aunque siempre queda el beneficio de la duda, el hecho de que lo piensen pero no lo puedan confirmar.
Pero el otro día, la hermana de mi novia, le regaló una alfombra para la entrada del piso. Y os preguntareis, ¿qué tiene que ver eso, con el hecho de que se enteren de nuestras tendencias sexuales?

Pues es que dicha alfombra era con los colores de la bandera del orgullo.
¡Era guapísima! Pero claro, al verla, mi novia tuvo un pequeño dilema. Por una parte ponerla; entonces solo faltaría un cartel con luces de neón que alertara de la existencia de lesbianas en el bloque… y por otra devolverla, con lo cual se enfrentaba a la cara de póker de una cajera al hacer la devolución. Vamos, que mi novia se cagó, eso si, muy agradecidamente en su hermana.

A mi sinceramente me era indiferente, ya que lo que piensen los vecinos me da igual.
El problema es que no queremos que llegue a oídos del abuelo de mi novia porque a ver, el hombre ¡tonto no es!, pero claro es muy conocido en el pueblo y algún vecino le puede ir con el cuento, que es lo que teme mi novia.
Así que optamos por no ponerla y nos quedamos con la típica alfombra marrón cutre que acostumbra a haber en todos los portales.
¿Hicimos bien? No sé, total, ¡que mas da si solo es para refregar los pies!