Diario de una lesbiana poco convencional

Ya que el domingo no expliqué lo que hicimos el fin de semana, porqué vi la “penosa” web, donde ponían remedio a la enfermedad de muchas personas que no saben ni que la tienen…”ser homosexual”, y tuve que dedicarles 4 palabras, voy a olvidarme del tema, porqué es lo mejor que se puede hacer y narro el fin de semana, que aunque tampoco es nada importante, seguro que no es tan vergonzoso como lo otro.

El viernes, como bien dije, fue nuestro aniversario. Un año y nueve meses. Pero el mismo viernes no lo celebramos. Lo hicimos el sábado por la noche, ya que mi novia el sábado por la mañana estudia ingles y se levanta pronto…(ya son ganas...).
Pues eso, el sábado por la noche nos fuimos a cenar al Mejicano y, para variar, tuvimos problemas a la hora de decidir que comíamos, porque, aunque la mayoría de cosas tienen buena pinta, nunca sabemos si estamos pidiendo mucho o poco y, lo peor de todo, nunca sabemos que es lo que pedimos. Así que después de escoger “al azar” lo que creímos iba a ser mas bueno, nos lo tragamos (porque nosotras no comemos, engullimos), y media hora mas tarde ya estábamos pidiendo los cafés. Lógicamente hicimos tiempo, ya que luego teníamos intenciones de ir a Barcelona para salir de fiestuqui un rato y no era plan de presentarnos a las 22.30 allí…normalmente a esa hora, es cuando la gente empieza a cenar.
En fin, entre café, cigarrillos (ya sé, fumar mata ¡y qué!), y conversación, nos pasaron los minutos volando, hasta que decidimos irnos a Barcelona.

Cuando llegamos allí, entramos en un dilema (¡que raro!), no sabíamos a que bar ir para tomar algo. Primero pasamos por delante de “She’s”, y al ver que no había ni una mosca, optamos por ir en busca de otro del que habíamos oído hablar, pero no teníamos ni puta idea de donde estaba. Así que como dice el refrán, que preguntando se va a Roma, es lo que hicimos. Lógicamente preguntamos por la calle donde estaba el supuesto bar, “D-mer”, o como coño se diga, ya que si preguntábamos por éste, fijo que nos hubieran tachado de “bolleras ignorantes”. Al fin encontramos la calle de las narices, que un poco más y nos subimos el Tibet, por lo menos, porque no veas a que altura estaba. Y total, la subimos para nada, porqué al llegar a ella no encontramos ni bar, ni ostias. Así que después de pegarnos 20 minutos dando vueltas para encontrar el segundo bar, decidimos volver a bajar, esta vez dispuestas a ir al bar que vamos siempre, bueno, bar-discoteca o lo que sea. Acabamos, como siempre, en “Aire”. Hasta que nos largamos por asfixia de la gente que había. Una vez fuera y sin saber si seguir con la fiesta, llegamos a la decisión de ir a “Arena”, a pesar de que a mi no me gusta… pero ya que estábamos de celebración, no tenia ganas de volver pronto a casa.

Cuando llegamos ahí, lo primero que hicimos fue apalancarnos en los reposa-culos que hay en el podium donde normalmente se ponen todas las tías y empezamos a observar el tipo de gente que iba apareciendo.


La verdad es que nunca hubiera imaginado lo entretenido que puede ser mirar al personal de una discoteca, o mejor dicho la fauna que corre en ella. Empezando por una travestí, colocada justo enfrente de nosotras y bailando como una posesa, en plan Michael Jackson y terminando por un grupo de lesbianas borrachísimas. Entre medio pudimos ver un tío “amasando” las tetas de su novia, amante o lo que fuera. O si no una loca que se quito la camiseta, entusiasmada por la canción que sonaba, y quedándose en sujetador. O la pareja que encontramos al salir, que solo les faltaban los condones, aunque quizás ya los tenían a mano, porqué tal y como estaban colocados, no era para menos.


Pero lo más sorprendente, fue la pareja de lesbianas de “avanzada” edad que teníamos justo al lado, pegándose el lote y cuando soltaban sus lenguas, ¡una se ponía a mirar a mi novia fijamente! Vamos, que al final tuvimos que cambiarnos de lugar.


La cuestión es que fuimos a “Arena” para bailar 4 canciones contadas, porqué entre la música, el calor y los apretujones, una no se podía mover ni de su sitio. Por culpa de ello, me lleve una quemada de una de las lesbianas borrachísimas de antes.

Así que después de todo, decidimos largarnos al piso, que al final fue el mejor sitio donde pudimos acabar nuestro aniversario. Juntitas y acurrucaditas en la cama, sin humos, presiones y lesbianas que nos intimidaran.

Y bueno, mañana miércoles ya ¡al fin!, solo quedará un día para las mini-vacaciones de “semana santa”, aunque dejémoslo en vacaciones de “semana”, porqué yo de santa…poco. Así que, si no posteo ya hasta la vuelta, mi blog se va de vacaciones conmigo y nos leemos a partir del martes 18, con todo lo que nos pueda ocurrir estos días de fiesta. Porqué aunque no nos vamos de viaje, nuestras cosillas haremos y fijo que nos ocurre alguna que otra anécdota.
Así que, cierro las puertas al mundo y... ¡hasta la vuelta!